viernes, 16 de julio de 2010

ARRIBA VILLEROS!

Si miramos los asentamientos de emergencia emplazados en la Ciudad de Buenos Aires y en el Conurbano Bonaerense desde un punto de vista externo, podemos decir que las villas son agrupamientos de vivienda precaria, construidos por personas que dentro del marco de oportunidades sociales de salud, educación y trabajo, se encuentran en una posición también precaria en relación al resto de la sociedad.

La gente que las habita, vive fuera y por debajo de las condiciones de vida aceptadas y de calidad instituidas por la sociedad. De hecho los villeros se presentan como “parias” sociales para el resto de habitantes de la urbe. El término paria, interpretado en relacion a la acepción que figura estar "por fuera del útero", fuera del marco institucional-institucionalizante que genera la sensación de pertenencia a la sociedad que habitamos.

De todas maneras, si se vive tan mal en las villas, porque no paran de crecer? A nuestro entender esta situación se la puede atacar desde varios puntos de vista. Por un lado aunque sea dificultoso para una persona que nunca vivió en uno de estos asentamientos comprenderlo, no se vive tan mal. De hecho, los habitantes de la villa nacen, se alimentan, se reproducen y mueren igual que cualquier ser humano. Quizás, se alimenten poco, se reproduzcan igual que nosotros y mueran demasiado. Pero todo esto sucede, por la villa. Una visión demasiado romántica del asunto, hasta podría pensar que son como una pequeña ciudad medieval en desarrollo. Desde esta perspectiva, se conforma como un enclave de personas que se agrupan para vivir mejor. Es válida entonces, la premisa “en la villa se vive mejor!”. Porque la gente que las habita, esta mejor allí que fuera.
Por otro lado, la sociedad en la que vivimos genera un derrame constante que produce pobres y gente que vive malas condiciones. Personas que habitan la ciudad ocupando los lugares vacios de la misma. Construyen sus viviendas donde pueden. Se agrupan entre iguales, todos excluidos, todos personas que quedaron fuera del sistema de consumo.

Habitamos la sociedad del consumo, donde la dicotomía se presenta entre consumidores y “nones” (no consumidores). Una sociedad en la que el capital todavía manda y necesita de mano de obra barata. Una sociedad que debe consumir, no importa que, donde el “show” es la máxima, porque las apariencias son más que las necesidades. El conflicto se instala en que los “no consumidores” no son serviciales al modelo. Básicamente porque no consumen o consumen poco y por eso los expulsa y los concibe como un problema.
Estos asentamientos de emergencia son un caldo de cultivo cultural, donde un nuevo modo de habitar se gesta a diario. Una sopa intensa, sin tasa, que se derrama por los intersticios de la trama de indias. Emplazamientos que okupan, las grietas de la ciudad.

Las villas se presentan en una relación de equivalencia con el desarrollo de barrios privados y countries. Mientras los barrios privados representan emplazamientos exclusivos (“ex” por fuera) que garantizan relativamente buenas condiciones de vida a sus ocupantes, las villas son barrios privados. Privados de luz, de agua y de cloacas. Que más allá de la humorada, tienen más similitudes que diferencias si se las analiza en abstracto.

Las villas generan un deslinde de la urbe, los barrios privados también. Ambos son habitados por sectores que personifican extremos, en términos económicos, de la sociedad. Polos opuestos que se necesitan, no hay unos sin los otros. Donde la media en la urbe, implica diversidad cultural y multiplicidad de opiniones, la pluralidad de miradas. Y si opinamos que allí es donde radica la mayor riqueza de la ciudad, debemos decir que para nosotros las villas están igual de mal que los barrios privados. Ni más ni menos. Son emplazamientos urbanos con una clara vocación separatista de la urbe que necesitan ser reformados.

Nos preguntamos qué hacer? con la villa 21-24 entonces. Primero, hacernos cargo como sociedad de la culpabilidad de que existan personas que no tienen acceso a las mismas oportunidades. Deberíamos garantizar la igualdad de acceso al sistema de oportunidades. Cómo? Brindándole a sus habitantes las instituciones necesarias para que esto suceda. Ya sean comercios, educación y salud. También, debemos dotar a la villa de servicios básicos como luz, agua, cloacas y de comunicación. Además es necesario conectarla con el resto de la ciudad. Por último, le dotaremos un nuevo imaginario, para que el tan bastardeado “espíritu villero” se dote de un nuevo orgullo. Todo esto debe suceder sin “pisotear” la cultura villera, que como ya dijimos a nuestro parecer tiene en su esencia, una clara actitud solidaria entre pares.

45.000 habitantes en la villa 21-24 necesitan:

INSTITUCIONALIZAR

Educación: Guardería, jardín, escuela primaria, escuela secundaria, terciario técnico.
Servicios: recolección de residuos, cloacas, agua potable, luz, gas, teléfono.
CGP.
Comisaria.
Mercado.
Comercio minorista.
Bancos

CONECTAR

Abrir nuevas calles en el tejido de la villa, tratando de respetar la mayor cantidad de este, pero intentando garantizar el acceso vehicular (ambulancias y policia) a ciertas zonas de la misma. Apertura de las calles “Esperanza”, “Ringo Bonavena” y “Eduardo Tuzzio”. Implicara la reubicación de 100 familias a no más de 200 metros de su hogar de origen.
Construir un nuevo puente Zabaleta, peatonal – vehicular – ferroviario, entre las orillas del riachuelo. Para vincular Avellaneda con Buenos Aires por un nuevo puente.

NUEVO IMAGINARIO

Todas estas intervenciones necesarias, son parte de un plan mayor para potenciar la cuenca del Riachuelo. A la villa 21-24 le tocara un papel fundamental en la estrategia general. Se propone un centro de transferencia multimodal de mercaderías y pasajeros. Deberá oxigenar el flujo de mercaderías que transporta el ferrocarril Roca desde el sur de la provincia hacia el centro de la capital. Y garantizar la transferencia de pasajeros del sur, hacia el centro de la ciudad y viceversa en barcazas por el Riachuelo.
Esta intervención implica un gran movimiento de suelos en el meandro existente, reformulando su fisonomía en un gran estuario, donde confluirán diversas actividades acuáticas. Las tierras recogidas de este sector se trasladaran por barcazas a la “pieza faro” donde su valor inmobiliario hará factible la operación.

“La ley del meandro sugerida por de Le Corbusier mientras sobrevolaba el Rio Parana en avioneta, se puede traducir también como una metáfora de la vida y del destino; el aforismo sobre la verdad encerrada entre las dos orillas representa, las dificultades del pensamiento creador que, como las inevitables y vacilantes curvas formadas por la corriente fluvial, al final, siempre encuentra la vía más natural para abrirse paso hasta el mar.”

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