lunes, 28 de noviembre de 2011

"9 billons" para el 2050 ponele...


La estadística nos dice que hoy habitan 6.000 millones de personas el mundo y que la proyección indica que este número se duplicara en los próximos 30 años.

La realidad nos muestra que lo mejor que la humanidad produjo hasta ahora es, un 30% de la población mundial que habita consumiendo, lo que el otro 70% ni siquiera sueña.

Lo mejor que la disciplina (arq) pudo lograr, no ha sido suficiente.

Si continuamos así -por lo menos los jóvenes- vamos a asistir al aumento exponencial de la miseria.

Ante este panorama deberemos generar un cambio. Desde la disciplina también, pero atravesando la polivalente sobretodo.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Argentina pueblo solidario??? Supongo que una cosa es regalar lo que sobra, en algún evento convocante y otra es enrtegar los privilegios instalados... veremos. (el cultor de la moral)

miércoles, 9 de noviembre de 2011

menuda se presta al chow

esperemos tener algo interesante que decir y q no resulte pura facha...
tincho, ivan de rellat, belen, arito y el menudo lezzcanooo!!



miércoles, 2 de noviembre de 2011

superleed energético

-El paradigma en el que vivimos es la energía.-

Desde hace un tiempo hasta aquí se vislumbran algunos movimientos en los pensamientos del hombre que tienden a una búsqueda de equilibro con el medio en el que vivimos. Revalidar los puentes de dialogo con lo natural es necesario para los tiempos que corren. Digo en algún momento la humanidad deberá corregir el rumbo o perecer. Y como no creo que esto último suceda, todo será parte del proceso necesario para que ocurra el cambio de paradigma.

En el intento, nuestra disciplina –el diseño- se ve afectada por las nuevas corrientes, que las noticias señalan como “sustentables”. "El desarrollo es sustentable cuando satisface las necesidades de la presente generación sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para que satisfagan sus propias necesidades" Gro Brundtland –primer ministro noruego- "Nuestro futuro común" 42a sesión de las Naciones Unidas en 1987.

Pues hay que tener juicio para darle a esta actitud, el lugar que merece. La sustentabilidad y los amplios temas que abarca, no son más que elementos del lenguaje arquitectónico. Siendo el diseñador el artífice y único capaz de conjugar y hacer congeniar todas las variables que afectan al proyecto.

Dentro del campo “sustentable” y digo “campo” pero no creo que exista tal, o por lo menos no he visto el alambrado que lo delimite. Lo único que puedo, es observar donde colocan los postes estudiosos en lo sostenible. Rio de sus falsas teorías, serviles a los mecanismos de dominación.

Una ingenua aproximación a develar aquello detrás de las nuevas teorías. El término sustentable aparece en un debate en el seno de la Organización de Naciones Unidas. Organismo de poder, que detrás de su fachada posmoderna, lo único que pretende es mantener el status quo de naciones dominantes.

Como casi todo lo que de allí surge, no huele demasiado bien. Por estos días, grandes científicos y políticos afines se llenan la boca con la palabra sustentabilidad. En definitiva, muy pocos de los países centrales son “sustentables”. O sea muy pocos países centrales dialogan equilibradamente con el medio ambiente que habitan. Ni sus economías, ni sus mecanismos de producción, ni su exceso de consumo, ni el derroche colateral, ni siquiera el crecimiento de su población, nada sustentable. Pero sin embargo nosotros, tercermundistas, subdesarrollados, con gente muriendo de hambre, debemos ser sostenibles.

Me pregunto que hay que “sostener”? Sostener de alguna manera lo instalado, sostener a los de arriba y sus mecanismos para el/su progreso.

Cuando la prensa en las ferias de diseño nos bombardea con el último modular híper-eficiente, energéticamente hablando, prototipo de casa alemana del siglo XXV, simplemente me pregunto si cuando sople (ver lobo feroz y los tres chanchitos) habrá más fibra óptica que mezcla en sus paredes.

Sin tratar de que este sea un intento nostálgico de añoranzas pasadas, una casa que ostenta una tecnología de primera, que solo se produce en países centrales y que finalmente por su elevado costo, solo termina siendo accesible a la porción rica de la población, no es “sustentable”.

Claro que además de poder pagar una casa como esta, el futuro dueño debe estar bien informado en las -green teorys-. No solo le tiene que interesar tener una casa “ecológica”, “verde” o como me gusta llamarlas superleed. Sino que además, tiene que ser un muy sensible, comprometido, verde y pacifico eco-rico...

*LEED (acrónimo de Leadership in Energy & Environmental Design)

La pobreza es profundamente sustentable, en ese caso. Hombres que habitan con el mínimo gasto de energía, donde todas las decisiones son de supervivencia y donde el derroche es casi nulo. Son altamente eficientes, en términos LEED. Máxima puntuación –verde- para la villa. A veces pienso, que por el solo hecho de habitar un emplazamiento de emergencia, el Banco Internacional de Desarrollo –BID- debería disponer de sus “bonos verdes” a los villeros (ver construyendo el sujeto villero), por el hecho de estar protegiendo nuestro (planetario) carbono. Una venia desde aquí a todos los pobres, por ser extremadamente sustentables…

¿Puede ser “la sustentabilidad” un mecanismo que retarde el desarrollo de las naciones pobres?

Primero, los términos desarrollo, sub-desarrollo, primer-mundista, tercer-mundista. Siguen tiñiendo las lecturas de mucha gente idónea, o no tanto… Me contento con ser -mundista-. Sobre todo con ser.

Aquí una gran oportunidad. Si aun eres pobre y no te has desarrollado, tienes la chance de hacerlo según te convenga. Quizás hasta ese supuesto “sub” desarrollo te juegue a favor. Supongo, que habrá menos mecanismos de resistencia para generar algún cambio.

Si optas por hacerlo sin dañar tu medio o tratando de amalgamarte con el, comprendiendo que eras parte integral de un todo. Digo, escuchar las corrientes “neo-naturistas” actuales que siguieren esto y ver qué sucede.

Cortita y al pie, una historia conocida. Los últimos 15 años, le toco a China desarrollarse. Un desastre ecológico, con tasas de crecimiento del 12% anual que la ubican hoy como la segunda economía mundial. En los años `30 le había tocado a EEUU. Otro desastre ambiental, la primera economía mundial. El único país no firmante del protocolo de Kioto. Y todavía tenemos que ver por televisión a Al-Gore con sus buenas intenciones y su elevador al cielo. Pueblos con idiosincrasias muy distintas, los unos dominantes sobre el territorio, conquistadores de carácter anglosajón. Los otros introvertidos, amurallados, sumisos, con gran facilidad a adaptarse al cambio.

Países de los más centrales, a los cuales le importo menos el ambiente que la gente. En definitiva el hombre queriendo vivir mejor, con la tecnología desarrollada como mochila que a veces se convierte en ancla y te hunde.

Un edificio será económico energéticamente, verificara a LEED y toda la marinchoche, pero nunca dejara de ser habitado por hombres. El “querer vivir mejor” es un producto cultural, que debe y esta siendo revisado para que no ponga en riesgo la existencia de todos nosotros –y de las generaciones futuras- digamos.

Aquí la puja, ahora entre la cultura y el ambiente. Entre hombre y energía. Creo que se plantea un juego aparente. A mi entender, el ambiente nunca podrá ser destruido por el hombre. Porque el hombre “es” parte del ambiente. En cuanto varios millones de personas mueran a causa de nuestra propia estupidez recapacitaremos y todos nos volveremos superleed o algo menos trágico.

Nos hablan, de daño “irreversible”, “irreparable”, nunca sucederá. La energía que se transforma, muta por medio de la tecnología de, des-hecho a hecho. Luego de hecho a des-hecho por medio de la accion del hombre. Potencialmente –siempre y cuando el hombre actúe- volverá a ser des-hecho y tendrá la capacidad inerte de volver a ser “hecho”, de aplicársele la tecnología adecuada, otra vez.

Un edificio será habitado por hombres tratando de “vivir mejor”, comprendiendo esto como una hipótesis cultural de significado variable. Un proyecto nunca puede estar diseñado, a partir del código leed.

La arquitectura es una actividad mucho más compleja y totalmente cultural. Lo LEED, es una mísera parte de lo que el hombre necesita para ser feliz. Hace veinte años era feliz y ni siquiera sabia de su existencia. No nos dejemos engañar por la moda de época, o por la tapa de los diarios. La cultura, el hombre interactuando, es mucho más que un certificado de un organismo internacional.

El diseñador que habita el conflicto es quien debe hacer dialogar al proyecto (hombre y cultura), con el mundo (hombre y ambiente).

No caigamos en la trampa sustentable en detrimento de otras múltiples posibilidades de engaño aparente.